Gracias San Internet por amistad concedida
Lo canta Rubén Blades en Pedro Navaja: “la vida te da sorpresas”. A veces son malas, a veces buenas y, ocasionalmente, son maravillosas. Pero para que esos lindos regalos lleguen así tan inesperados, muchas veces necesitamos contar con eso que algunos llaman suerte, otros más esotéricos califican como un alineamiento particular de astros, y los creyentes denominan tan sólo como milagro. Yo prefiero creer que es el destino.
Ya me considero privilegiada por vivir en una época en que con un simple click disfruto de lo más hermoso que nos puede dar la tecnología y que es la posibilidad de tener aquí, muy cerca mío y casi a cualquier hora, a los amigos que tengo en San José de la Mariquina, Santiago, Estados Unidos o Europa. Así puedo sentir como si el calor de la compañía de cada uno de ellos me abrigara del frío y la lluvia que a veces se me van en collera y cuesta trabajo combatir, sobretodo cuando la ventana de la soledad está medio abierta y amenaza con congelarme las ganas de seguir en esto. Sin embargo, las sopresas a las que me refiero al principio no tienen que ver con la suerte de poder mantenerme en contacto con las amistades que he hecho a lo largo de mi vida, si no con aquellas que nacen gracias a los bytes por segundo. Aquí tengo que reconocer que tenía una aprensión con respecto a los individuos que conocían a otros por internet, prejuicio que hace nueve meses tuve que agregar a la lista de las grandes lecciones aprendidas.
Sucede que en octubre del año pasado, participando en un foro de diseño y por motivos tan tontos que ni viene al caso explicar, conocí a una tal Lua, una estudiante española de geología que con su luna gallega, sus piedras de nombres extraños y un corazón más grande que el Atlántico que nos separa, se fue ganando mi cariño y algo que aquellos que la tienen saben que es sincera y para siempre: mi amistad. No podría detallar cada una de las cosas que nos fueron acercando, ¿o acaso alguno de ustedes tiene memorizado cada detalle, palabra, gesto, risa, abrazo o lágrima que los amarró tan fuerte a sus amigos? Claro que no, pero lo que importa es que tenemos a ese hermano del alma ahí atesorado en el corazón y no nos lo sacan con nada.
No sé qué pasó, pero de pronto mi vida cambió a principios del 2004. Yo no planeaba renunciar a mi trabajo, no planeaba dejar Santiago y venirme a vivir al sur, no planeaba tener tiempo para visitar foros, no planeaba conocer gente por otro medio que no fuera el tradicional y claro, no planeaba llegar a tener una amiga tan increíble. ¿Suerte? ¿Confabulación de astros? ¿Milagro? Insisto en mi tesis: destino.
Sólo me queda darte las gracias amiga por toda esta preciosa cosa rara de acompañarme en la distancia y hacerme un poquito más feliz. Has sido el más lindo de los regalos.
Un beso,
Paola.
1 comentarios:
Publicar un comentario