Carta al Viejito Pascuero

9:23 p.m. 11 Comments

Estimado Viejito Pascuero:

Después de mucho pensar y analizar acerca de tu historia, existencia y todo lo que ella implica en estas fechas que se acercan inevitablemente -para nuestra desgracia-, he llegado a la conclusión de escribirte esta carta para hacerte un pedido muy especial, que espero consideres: ¿Por qué no te vas a la misma mierda y nos dejas en paz?

Mira, no quiero parecer agresiva, Señor Pascuero, pero de verdad creo que tu desaparición definitiva sería el mejor regalo que podrías hacernos. Yo me pregunto: de todos los niños que escriben cartas con sus pedidos, ¿a cuántos se les cumplen sus deseos? Saca tus cuentas. Imagina que de todas las cartas, sólo una parte llegan a manos de los padres, porque el resto, digamos las weás como son, van a parar con raja a alguna bodega polvorienta de las empresas de correos, donde luego las convierten en material de reciclaje. Y de aquellas que llegan a ser leidos por los papás, ¿cuántos de esos deseos son realmente cumplidos? Porque también reconozcamos que los cabros de ahora piden cada weá que yo de puro pensarlo me dan ganas de ligarme las trompas para evitarme el mal rato futuro de encontrarme con la sorpresa que un hijo me muestre sus hermosas margaritas al sonreir y me entregue una tierna misiva dirigida al Polo Norte y te pida un cohete interespacial de titanio con internet inalámbrica, comida en cápsulas, una tripulación de mujeres androides de medidas perfectas y el estanque lleno para salir a recorrer la galaxia de al lado, en la cual ya se habrán abierto algunos ressorts de capitales españoles y norteamericanos. Y ahí la weona que tiene que poner la cara voy a tener que ser yo: "El viejito me dijo que por ahora no iba a poder regalarte ese cohete". Y voh? Para variar rascándote esas bolas lacias que ya te deben llegar más abajo de las rodillas. Entonces, de todos los niños que te piden y piden cosas, la mayoría tiene que terminar lidiando con un miserable regalo de consuelo, sin contar que lo más probable es que no reciban, ni con suerte, una gran patada en el culo. Porque niños con ilusiones hay millones en el mundo, y el 99% de ellas amanecen rotas cada 25 de diciembre. Después que nos tuviste dos meses enteros mamándonos tu imagen de viejo bueno en cuanto comercial, afiche publicitario y comerciales de radio existe, terminas haciéndote el wevon, como siempre. Si de sólo pensar que más encima la Coca-Cola te tiene de imagen corporativa me corroe el orto de pura rabia. Ganas tantos millones y no te rajai con ni uno, viejo cagao.

¿No te da vergüenza tener la edad que tienes y seguir engañando a la gente de esta manera? Yo estoy segura que este mundo será un poco menos desgraciado el día que agarres tu cagá de trineo, tus renos maricones, tu traje de drag queen y te mandes a cambiar a otro planeta, porque ya viviendo en el Polo Norte nos tienes chatos. ¿Te tinca Plutón?

Espero que esta vez te dignes a leer esta carta y me cumplas mi deseo.
Por el bien de todos.

Pao.

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La muñeca chascona

7:41 p.m. 5 Comments

Hace poco más de un año, con una amiga decidimos crear un blog donde publicaríamos nuestras experiencias con nuestras respectivas madres, quienes según nosotras, eran un par de viejas locas (lo seguimos pensando) a quienes llamábamos Juanas, en alusión a Juana la Loca. La idea era tener un espacio para pelarlas y reirnos un poco de nuestras experiencias con las señoras éstas. En fin, con un saldo de dos artículos publicados, el blog fue un total fracaso y hoy se me ocurrió echarle una visita para eliminarlo. Pero antes quise rescatar este post de ahí antes de que desapareciese totalmente, a modo de recuerdo de esa idea freak que se nos pasó por la cabeza en su momento.


Sábado 05 de septiembre de 2005
Soy fanática del Warner Channel y del canal Sony. Y del E! también obvio. Cómo no quedarse pegada viendo "101 most shocking moments in entertainment", "101 best kept Hollywood secrets" o cualquiera de esos rankings morbosos... es inevitable. Bueno, la cosa es que como adicta principalmente de los canales de series, soy seguidora de la mayoría de ellas. Anoche estaba viendo E.R por enésima vez y por estos días, en la emisión que va diariamente de lunes a viernes, están dando los capítulos de la séptima temporada en donde se desarrolla la historia de Maggie (interpretada por Sally Field), la madre de la enfermera Abby Lockhart, y el conflicto entre ambas porque Maggy es bipolar. Entonces cada vez que había una escena en que a Maggie le venía un episodio en que peinaba la muñeca*, yo desde mi cetro de dos plazas abrazaba mi cojín con forma de corazón y hacía causa común con Abby: "Pobre! La están juaneando." Tanto fue el juaneo, que Sally Field ganó un Emmy por ese papel. Por eso es emocionante cuando en una escena Maggie abraza a su hija y le dice está dispuesta a cambiar, seguir un tratamiento y dejar de ser una carga para que así Abby se dé la oportunidad de hacer su vida y lograr todo lo bueno que se merece.

El paso lógico después de angustiarme con los malos ratos de la pobre Abby -siempre ha sido mi personaje favorito de la serie- es caer en las comparaciones. Entonces me puse a observar a mi juana, no fuera a ser que ella tenga algún cable pelado en la cabeza y no nos hayamos dado cuenta antes. Con ojo de Sherlock Holmes me puse a observar algunos detalles, a ver si iba encontrando pistas como cabellos plásticos o alguna peineta desconocida que me lleve finalmente a descubrir escondida por ahí en algún armario o un baúl la potencial muñeca que pudiese estar peinando mi madre en las noches, sin que nadie se entere. Muchas veces una ve cosas cotidianamente, pero nunca le presta atención. Esta vez, con la perspectiva desconfiada que da la sospecha de tener una loca en casa, me dediqué a mirar detenidamente estos cambios, y descubrí algo que me pareció, a lo menos, inquietante. Hacía un par de días mi madre había cambiado unas cosas en la decoración de su dormitorio, pero esos cambios para mi nunca significaron nada... hasta ahora. Un género blanco sobre su cama y una alfombrita en la entrada del dormitorio no parecía nada fuera de lo común. Pero mi nueva vocación detectivesca me hizo detenerme en estos cambios y me di cuenta que aquello que mi juana estaba usando como cobertor era un mantel que usamos en la mesa del comedor principal para las reuniones familiares o comidas importantes. ¡El mismo género sobre el que hemos comido tantas veces acompañándonos de un buen vino y graciosas conversaciones, resulta que ahora decoraba el ring de amor de mi madre! Y la alfombrita ésa en la entrada.... ¡Dios! ¿Cómo no me di cuenta antes? ¡Era nada menos que una de esas alfombras con un lado engomado que se usan al salir de la ducha!! ¿Qué le estaría pasando? ¿Serían los primeros síntomas de una inminente demencia senil? Porque una cosa es malcriar a mi hermano, pero el mal gusto disfrazado de "decoración alternativa" es algo con lo que no estoy dispuesta a convivir; me da dolor de cabeza y me altera el ciclo menstrual. No quise registrar su clóset, me dio miedo pillarme a boca de jarro con una muñeca chascona que con su sonrisita congelada, sus ojos bien abiertos y voz de operadora telefónica me dijera: "¿Quieres alisar mi cabello?". Preferí desentenderme del hallazgo y volver a mi vida normal, con el autoconvencimiento de que las evidencias respondían a un estado de locura temporal que se manifestaba a través de la decoración. Mejor sentarme a esperar que todo pasara.

Pero no fue así. Ahora desde hace como tres días a la juana le ha dado con algo que definitivamente no me esperé: me hace cariño. Sí. Tal como lo leen. No digo que mi madre no sea cariñosa ni nunca lo haya sido. Sería la reina de las necias si dijera que jamás hubo hacia mí un gesto de amor; por el contrario, ella siempre ha sido una mujer preocupada por la familia y la casa y jamás anduve sucia, pasé hambre o me sentí abandonada, siempre había comida rica y como buena Aries, se caracteriza por hacerme regalos especiales y precisos que me demostraban que siempre me escuchaba aunque yo no me diera cuenta. Pero la cosa familiar en este último tiempo se ha mantenido en un continuo estado de ebullición y los momentos de encuentros y paz con mi juana son cada vez más distanciados en el tiempo. Sin embargo ahora a pito de nada le ha dado con acercarse a mi en los momentos más inesperados, me abraza, me sonríe, me da unas caricias y hasta me dice: "mi chola". Y no sólo lo ha dicho una vez; ayer en medio de un episodio de regaloneo, decidió que así me diría de ahora en adelante, y lo dijo usando su mejor actitud de madre que junta a todos sus hijos bajo sus grandes polleras. ¿Qué le pasa? Ni siquiera puedo pasarme el rollo de que necesita pedirme plata prestada, porque no tengo monedas ni para hacer cantar a un ciego. Claro que reconozco que, de todas sus locuras, ésta en que me abraza y me acoge, como en el abrazo de Sally Field, es la única que me ha gustado. Ojalá no le dé más adelante con empezar a peinarme. Valor.

Saludos,
P.

*peinar la muñeca: expresión usada para referirse a la locura, en analogía a la clásica situación de la loca sentada con la mirada perdida y peinando o cuidando una muñeca en actitud maternal.

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