Desde hace días vengo analizando y concluyendo que la resignación como filosofía de vida es lo más sano que hay. Si uno realmente se quiere es mejor resignarse ante las injusticias y evitarse inútiles caldos de cabeza que sólo derivan en úlceras y tumores, que son los convidados de piedra en el organismo. No digo que haya que agachar el moño, simplemente sugiero hacerle un olímpico desaire a los conflictos internos y discusiones estériles. Qué importa si alguien te cagó con el vuelto, un par de pesos no valen un mal rato. O imagina que te toca una larga cola en el banco: lo normal es acomodarse detrás del último individuo y recurrir a la mejor cara de culo que sin darte cuenta la verán todos los del sector de la fila que da la vuelta y están de frente contigo. Con eso a ellos les das el gusto de hacerlos sentir mejor, pues te mirarán con una disimulada expresión de: "ja! a mi me falta menos que a ti, loser!". Mejor resignarse desde un comienzo e insultarlos con tu adorable sonrisa. Incluso, si te da la personalidad, tararea despacio alguna canción de moda. Te aseguro que te van a querer matar: "¿quién es ese pobre weon feliz?". Qué importa si se rompió el condón; resígnate a ser mamá o papá y dedícate a pensar en que tendrás alguien real por quién vivir.
Por estos días, Luis Miguel viene a Chile a dar unos conciertos. Pero no llega solo, trae a la polola, el perla. O sea que yo, además de tener que sufrir desde el coño del país, más encima tengo que aguantar que esa yegua ande por ahí paseándose con mi amor platónico. Y qué me dicen de mi pobre amiga Ale, que ni un galán de teleserie (literalmente) podría hacerla comportarse como una adolescente liceana, sólo pierde los estribos cuando le nombran a Chayanne. Ella, que trabajó tanto tiempo en canales y se paseó como Pedro por su casa en todos los estudios y programas, resulta que ahora que su ídolo vino de invitado en un estelar, sus contactos y amistades no pudieron tenderle una mano para cumplir la única fantasía que ella se permite con algún famoso.
¿Entonces, qué queda para nosotras? Ahí está: la resignación. ¿Sacamos algo con ponernos a llorar, patalear, tirarnos los pelos y zamparnos un litro de helado metidas en la cama viendo en la televisión aquello que no pudimos presenciar en vivo? Obvio que no. Si hasta Allende mostró algo de resignación en su último discurso: "Mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las anchas alamedas por donde pase el hombre libre...". Aunque él se refería a una cosa de ideologías y densidades filosóficas demasiado elevadas para una Luis Mi fan como yo, lo cierto es que rescato su invitación a pensar que llegará el día en que, sin necesidad de amargarse el presente, las cosas caerán por su propio peso en un futuro libre de úlceras y tumores. Sólo entonces, yo estaré sentada en el sector VIP de un recital de Luis Mi y la Ale estará bailando cheek-to-cheek con Chayanne.

"Mirá nene, hacelo fácil dar es dar.
Dar lo que tengo todo me da
da, da, da, da, da, da, da, da,
no cuento el vuelto, siempre es de más
da, da, da, da, da, da, da, da,
dar es dar,
es solamente una manera de andar.
Dar es dar, lo que recibes
es también libertad."


Resignaciones,
P.