Ni Freddy Krueger
Anoche tuve una pesadilla: soñé que iba a Miami. No, no me encontraba con Don Francisco, esto fue mucho peor.
Como hace unos días mi amiga Berni se fue para allá a trabajar por un año y medio, en el sueño a mi me bajaba la loca y así como quien decide pasar a comprar pan al supermercado, junto a la Meme agarrábamos un avión y enfilabamos con rumbo a la Meca de la música latina.
Allá nos reuníamos con la Berni, quien resultaba estar viviendo en la casa de una familia chilena que amablemente la acogía como si fuera víctima de un exilio. Salimos a pasear por algunos lugares y yo lo pasaba fantástico con mis pescadores y una polerita, indumentaria ideal para el calor que hacía. Hasta que de repente, sucedía lo peor. En medio del jolgorio me doy cuenta que la Berni y la Meme me están mirando los piernas y están con ataque de risa, como tratando de burlarse a mis espaldas de lo que veían. Aquí es donde viene mi tormento. Cuando me las miro.... resulta que en mi apuro por viajar, se me había olvidado depilarme!! Horror!!! Y no tenía a mano mi querida SilkÉpil ..... desde entonces todo el resto de mi viaje onírico se volvió una interminable secuencia de angustia extrema y de vanos intentos por conseguir algún pantalón para taparme los pelos. Lo pasé pésimo, fue uno de esos sueños en que te enfrentas a tus demonios y no es la primera vez que me sucede. Estoy segura que ésta debe ser una de las pesadillas más habituales de mi género.
Hace como tres días que vengo postergando el infame ritual de sacarse los pelos sobrantes del cuerpo y mi experiencia de anoche me dice que ya es hora de poner manos a la obra, así que apenas termine de escribir este artículo, lo voy a hacer. Me niego a volver a sufrir así, la noche está hecha para descansar y no para angustiarse como si a una la condenaran a muerte por lapidación.
¿¿Dónde dejé la maquinita??
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