La historia de La Gallina y el Viejo del Bailahuen
Febrero: el último coletazo del verano. Terminado este mes, casi tan corto como un aleteo de abeja, se acaba el verano, el calor, los tacos en la playa, la arena en los zapatos, las tardes lacias y el sueño eterno. Yo reconozco que soy bien buena para la pestaña, pero a mi en verano se me acentúa el sueño y me da por meterme en la cama cuando todos juegan paletas, arman castillos o chapotean en el agua. Como que las altas temperaturas me bajan el biorritmo. Algo así como los osos en invierno, pero al revés, yo hiberno en pleno verano. Mental y físicamente. Mis neuronas se entregan a Morfeo y la creatividad se me va a las pailas. Nada que hacer.Por eso, a falta de inspiración propia, he decidido recurrir a historias ajenas para mantener vivo este blog en lo que queda de esta época estival. Anécdotas que por alguna razón me parecen curiosas, chistosas, interesantes, alguna experiencia corta que anime a los lectores de esta columna retorcida a capear el calor o el frío, dependiendo del hemisferio en que estén. Porque, no conforme con aparecer en el diario, sé que tengo visitas desde otras latitudes. Eso se llama ser ESTELAR. No como otras...
La primera historia se remonta al Osorno de hace unos 15 años atrás, quizás más. Como buen pueblo chico (no me vengan con que Osorno es una ciudad, si es por eso, yo soy Halle Berry), tiene algunos personajes característicos que pertenecen al inventario social colectivo: locos, mendigos, vagabundos o excéntricas personalidades que se vuelven familiares. En Osorno existía -ignoro si aún existe- una mujer que todos llamábamos La Gallina. Se caracterizaba por andar con un palo que usaba como bastón, vestir ropas andrajosas, siempre con faldas largas y caminar por las calles vociferando -con su gran e inconfundible vozarrón- garabatos de grotesco calibre a cuanto transeúnte le pareciera a ella digno de ser insultado. Además, bien calentona ella, cuando se cruzaba con algún hombre que ella considerara guapo, no dudaba en subirse los faldones y exponerle lascivamente sus viejos genitales, riendo como la gran cabrona que era en el fondo de su alma.
Paralelamente, también existía un notable vendedor de bailahuén que se paseaba por el centro del pueblo con una bandeja de madera llena de bolsitas de hierbas colgándole del pecho gritando su clásico:¨¡Bailahuén para ese pooobre hígadooo!... ¡Cómo estará estará ese híiiigadooo!¨. Tan conocido era por su manera de vender sus hierbitas que, si no me equivoco, hay una canción de los Sexual Democracia que incluye ese grito en la letra.
Día 24 de diciembre, 14 horas. Como siempre en fechas navideñas, la calle principal de Osorno, aquella donde de concentra la mayor parte del comercio, es cerrada para el tránsito vehicular para transformarla en un paseo peatonal que en ese momento es un verdadero hervidero de osorninos que a lo largo de unas cinco cuadras invade el centro y desesperados hacen sus compras navideñas como si el mundo se fuera a acabar si no consumen algo. Todo Osorno está ahí, las gentes se reconocen, se saludan a la rápida y continúan con su estrés de fin de año, como si de pronto todo se volviera un Parque Arauco, pero sin Starbucks, ni Ripley, ni nada que le dé un toque más capitalino. Las únicas tiendas de cadenas nacionales son, por esos años, Corona y Tricot. Qué elegancia!
En fin, a esa hora, en pleno boulevard y con todos los osorninos haciendo sus últimas compras, el viejo del bailahuén, como buen comerciante, aprovecha la aglomeración de gente para aumentar sus ventas. Y en eso está, ofreciendo a todo volumen su bailahuén: ¨¡Bailahuén para ese pobre hiiigadoooo!¨, sin percatarse que por la vereda de enfrente, en dirección contraria viene La Gallina, seguramente de mal humor por tener que hacerse un espacio entre tanta gente para poder caminar hacia su desconocido destino. De pronto, en el momento preciso en que el viejo de las hierbas grita: ¨Cómo estará ese hiiigadooo!!!...¨, de entre el intenso gentío emerge la potente e inconfundible voz de La Gallina que, sin inmutarse y con la desfachatez que la caracteriza, le responde: ¨Y CÓMO ESTARÁ TU PICO, VIEJO CHUCHAS DE TU MADRE???!!!¨que hizo estallar al pueblo entero en una risotada gigante y dejó al pobre viejo mudo como una planta.
Repito: Qué elegancia!
5 comentarios:
...finita la gallina, como dato aportativo, el viejo del bailahuén se daba la vuelta prácticamente por todo Chile ofreciéndolo, realmente era (¿o es..?)un icono...
...estupendo blog...
Síp, sabía que el viejito era ultraconocido. Digo era porque murió hace un par de años. Tengo entendido que vendiendo hierbas fue capaz de darle educación universitaria a sus hijos. Bien por él.
Y a voh, estelar... quizás sean parientas po, quién sabe... los oscuros y retorcidos caminos de la vida....
Muy bueno el blog...El título me provoco una sonrisa! Gracias!
Naty Bs As Argentina!
Hola los invito a visitar "efecto bailahuén" pasen y vean!!
www.bailahuén.blogspot.com
Saludos y buena vida!!!
Naty Chao
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