Crónicas infantiles: el maldito roedó
Hace dos noches desperté llorando: soñaba que mi mamá se moría y la angustia fue tanta que de un solo salto abrí los ojos, volví a la realidad y me tuve que limpiar las lágrimas.
Qué carajo. Esta señora me produce los sentimientos más encontrados. Hacía sólo un día me había agarrado con ella por teléfono y tuvimos para variar un poco agradable intercambio de palabras. Y ahí después ando soñando estupideces. Es que amo tanto a la vieja ésa, que sólo imaginar mi vida sin ella me mueve el piso y se me apretuja el pecho, pese a todos sus defectos. ¿Será que con los años la conciencia ya se saturó y me empieza a pesar hasta en los sueños?
Antes no me daba nada ser una desgraciada con ella. Podía decirle lo peor y seguir mi vida como si nada. Qué tiempos aquellos en que me podía dar el lujo de ser dulcemente vengativa y disfrutarlo como un gran chocolate. Recuerdo una vez, cuando yo tenía unos 15 años, que volví del colegio a la hora de almuerzo como todos los días. Había pasado a buscar un dibujo mío que había mandado a enmarcar y al llegar a la casa me dediqué a colgarlo en alguna parte mientras mi mamá preparaba el almuerzo. Mientras ella cocinaba y yo buscaba las herramientas, nos enfrascamos en alguna estúpida discusión cuyo motivo no recuerdo y que lógicamente me dejó con el genio atravesado. Y el maldito martillo que no aparecía por ninuna parte era el detalle que me tenía la sangre a punto de ebullir. Hasta que en medio de mi búsqueda, en algún closet, encontré algo inesperado y, por cierto, muy gratificante: en el piso, en un ricón, había un ratoncillo muerto, intacto, como durmiendo placenteramente. Inmediatamente recordé que la viejuja le tenía una desesperante fobia a estos bicharracos. La sola mención de la palabra ratón la hace erizar completamente y en menos de un pestañeo es capaz de subirse de un acrobático salto a los lugares más insólitos como, por ejemplo, el refrigerador. Entonces miré esa lauchita lánguida e inocente y entendí sonriente que la vida me estaba regalando una oportunidad única de venganza y yo, como buena cabrona zorruda, no iba a desperdiciarla.
A falta de algún guante desechable a mano, busqué un pedacito de papel que puse en mis dedos y tomé al animalito por la cola, escondí mis manos detrás de mi espalda y me fui a la cocina. Allí estaba mi mamá afanada cortando cebolla. Me paré detrás de ella y con la voz más dulce y entusiasta que pude fingir, le dije: "¡Mira mamita lo que encontré!". Se dio vuelta casi ilusionada y le puse el ratón a dos centímetros de la nariz. Dio un largo grito digno de película de terror y se quedó paralizada. Cuando recuperó el aire empezó a dedicarme un largo rosario de improperios -sin atreverse a acercarse a mi, obvio-, chuchadas que yo la verdad poco escuché porque me reía a carcajadas en su propia cara.
Ya satisfecha mi sed de venganza, agarré el cadáver, lo metí en una bolsa y lo boté feliz, todo acompañado por la agradable banda sonora de los regaños de mi madre.
Y ahora me tengo que mamar esta conciencia debilucha que me pasa la boleta. Un signo más de mi vejez inminente....
Love,
P.
5 comentarios:
Mi querida Paola realmente no se si reír por tus venganzas o sentirme extremadamente mal por tu querida madre. Como es de esperar la vida nos pasa algún día la factura por todo lo que hemos hecho en ella y no es para menos que a vos te ponga un cuentón de los mil demonios.
Al leer esto he recordado que hace un par de días tuve una discusión con mi amada madre, la cual me dijo hasta de lo que me iba a morir por salir en la noche con los amigos sin avisarle siquiera que iba a llegar tarde (nótese por tarde 4 a.m. aunque para mi era muy temprano). Pero al cabo de tres días la Doña está de nuevo contenta y ya me ofrece comida jejejeje.
Creo que por muy jodida que sea la señora que nos parió siempre la vamos a amar y a querer mucho, así que no nos queda de otra más cargar con la conciencia que tan jodidamente se porta a veces.
Saludos y te recuerdo una vez más que disfruto mucho de leer tu blog.
jajajaja te imagino perfecto, bruja desde chiquitita!, jajaja
Ya conversamos el tema de tus sueños, y creo que la angustia tiene más que ver contigo y con lo que vives que con tu mamá...
Ay amiga, en todo caso es verdad, mientras uno más sabia se pone (por no decir más vieja) más va entendiendo lo que nuestra mamás, papá o ambos, han hecho por nosotros, es mamón pero cierto...
Lo más terrible es que al tener hijos, la "vieja culiá" pasa a ser uno... :(
Un beso grande washona, como siempre...muy buena historia!
Tu amiga,
Soltaire
...Así no más son las vueltas de la vida...prepárate...lo que uno alguna vez escupió hacia el cielo, irremediablemente, te va a caer en la cara...tarde o temprano...obviamente cuando uno está o estuvo en esa edad de alrededor de los 15...el rol de mounstruo infame es lo que se usa...y cuando nos acordamos...lloramos
Un gran abrazo
No se que edad tengas pero te cuento que ultimamente me esta pasando lo mismo, con eso de los sueños. Estoy convencida de que mientras mas vieja me pongo, mas pienso en mi mortalidad y esa de mis seres queridos - entonces recuerdas todo lo "malo" que haz echo y te pones a pensar si valio la pena tanta rabieta. La madre mia me vuelve loca, pero si llegara a morirse no se que haria yo. Un tiempo atras todo lo que queria era estar muy lejos de mi madre, este ultimo año he estado pensando en mudarme mucho mas cerca porque presiento que los años estan contados.....
Ay Stardock7 no te imaginas cómo te entiendo.
Un saludo y gracias por la visita,
P.
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